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Traemos en esta ocasión a nuestro Blog una circunstancia que consideramos muy relevante y desde luego digna de ser compartida con todos vosotros. El hecho de que todavía en nuestros días se pueda acceder de forma particular a piezas de un valor histórico incalculable y que pertenecieron a destacados personajes no deja de ser motivo de un cierto debate o incluso controversia dentro del mundo del coleccionismo. Que piezas de esta importancia acaben engrosando la colección de un particular es algo que a mi particularmente, entrando tal vez en una cierta contradicción como coleccionista que soy, me resulta muy difícil de entender.
Nos referimos a la venta por parte de una prestigiosa casa canadiense de una Orden de la Jarretera que perteneció nada menos que al I Duque de Wellington. No resulta exagerando en este caso afirmar que nos encontramos ante una pieza realmente excepcional, digna de ser conservada en el «Imperial War Museum» de Londres pero que por una serie de vicisitudes y pasajes del destino se presenta ante nosotros como un objeto de deseo al alcance solo de los mayores coleccionistas.
Esta pieza ya fue subastada en el año 2000 por parte de la casa Sotheby´s de Londres y quien la consiguió en aquel entonces ahora la vende. No sé si en un caso tan extraordinario como este el propio gobierno del Reino Unido se personara en la puja para intentar hacerse con ella.
HISTORIA DE LA PIEZA A LA VENTA
Sir Arthur Wellesley le entregó esta Orden a su ayuda de cámara, John Mugford. Su viuda, pasó sus últimos días en el Hospital Emanuel, de Westminster, y se la confió a la esposa del RJ Waters. Pasó a sus dos hijos. El menor de ellos, el reverendo R. Bruce Dickson se la vendió a Sir Henry Fildes, parlamentario del Partido Liberal. A su muerte en 1948, pasó por trámite de herencia a la persona que la puso a la venta en Sotheby’s en el año 2000. Quien pujó la cantidad más alta es quien ahora la pone a la venta.
LA ORDEN DE LA JARRETERA.
Fundada en 1348 por Eduardo III de Inglaterra es la más importante y distinguida de entre las órdenes de caballería británicas.
También conocida popularmente como «La Liga», luego veremos el porqué de este sobrenombre, la admisión en la misma tiene un marcado carácter excepcional y responde siempre a hechos o servicios destacadísimos en favor de la corona o del Reino Unido. Además de personajes celebérrimos como Wellington son caballeros y damas de este exclusivo club los miembros de la Familia Real Británica y de otras, no todas, monarquías reinantes.
La concesión siempre se anuncia con gran boato y como solo los ingleses son capaces de hacer estas cosas, cada 23 de abril, día de San Jorge, patrono de la orden y de Inglaterra.
Su lema que como leyenda figura en ella, «HONI SOIT QUI MAL PENSE», que vendría a decir, «Que se avergüence aquel que de esto piense mal», hace referencia al lance que le dio origen. En un gran baile organizado por E-III al ver este que a Juana de Kent, que llegaría a ser Princesa de Gales, se le caía una de sus ligas al suelo la recogió con gran parsimonia para evitar a su invitada la violencia de tan incómoda perdida y acto seguido se la autoimpuso en el muslo pronunciando la famosa frase para regocijo imaginamos del resto de invitados. No cabe duda que la historia probablemente fue otra pero esta resulta mucho más, digamos, británica.
Su actual Canciller es Lord Carrington y el número de concesiones a lo largo de toda su longeva historia rondaba tan solo las mil unidades en el año 2008.
APUNTES SOBRE EL I DUQUE DE WELLINGTON.
I Duque de Wellington, por Francisco de Goya, 1812, National Gallery de Londres, luciendo junto a otras destacadas condecoraciones la Orden del Toisón de Oro concedido por Fernando VII por su intervención en la Guerra de la Independencia. Se da la circunstancia que este magnifico y conocidísimo retrato fue robado en 1961 de la pinacoteca londinense durante unos meses por parte de un ladrón aficionado que se lo llevo a su casa con suma facilidad al descolgarse por la ventana de uno de los baños del museo…
Arthur Wellesley, Dublín 1769-Kent 1852, entre otros títulos Duque de Ciudad Rodrigo y Vizconde de Talavera, político y militar británico entro en el Ejército en 1787. Años después sirvió como oficial en la India y en 1805 entra en política de la mano de su hermano mayor, el Marqués de Wellesley, gestionando en la Cámara de los Comunes la Secretaría de Estado para su Irlanda natal.
En 1808 es enviado a Portugal al frente del Ejercito que los británicos destacan para contener y en su caso intervenir en los que ellos denominaron la «Guerra Peninsular» y nosotros conocemos como la Guerra de la Independencia. Hasta 1810 se suceden varias derrotas contra los franceses pero en 1811 cambia su suerte y consigue una gran victoria, que evita la invasión de Portugal, en la batalla de Torres Vedras.
A partir de ese momento se inicia una ofensiva exitosa ya en tierras españolas que son culminadas entre otras, con las victorias y tomas de Ciudad Rodrigo y Badajoz ayudado muy activamente por unidades regulares del ejercito español y partidas de Guerrilleros.
Derrota a Marmont en la importantísima batalla de Los Arapiles y finalmente ocupa Madrid en 1812. Persigue a las tropas francesas en abierta retirada derrotándolas de nuevo en las batallas de Vitoria y San Marcial de 1813. Vence, ya en tierras francesas, al Mariscal Soult en la definitiva batalla de Toulouse de 1814.
Pero su fama, fuera del ámbito más cercano y de nuestra importantísima Guerra de Independencia, le viene dada por la derrota que le endosa a Napoleón Bonaparte, coincidiendo con el postrero y efímero Imperio de los Cien Días, en la mítica batalla de Waterloo.
Hasta aquí la biografía oficial de un militar que sin querer menoscabar sus indudables méritos supo siempre aprovecharse y autoimponerse victorias y aciertos estratégicos no siempre propios. Ya no solo en la Guerra de la Independencia española donde de algún modo parece que sin Wellington no se hubiera conseguido la expulsión de los franceses, si no sobre todo en la batalla de Waterloo donde ha pasado a la historia como el único que derroto a Napoleón. En esta batalla, en la que además se conformo un potentísimo ejército de coalición contra el Corso, destaco, siendo el verdadero artífice de la victoria el Mariscal de Campo y Príncipe prusiano von Blucher. No podemos olvidar tampoco, en otro plano pero de gran importancia también, la destacada intervención del general español Miguel de Álava, Vitoria 1772-Baréges 1843, dentro del Estado Mayor de Wellington, pasaje muy poco conocido hasta hace muy poco y de cuya magnifica biografia de Ildefonso Arenas encontrareis una breve reseña en la sección de lecturas recomendadas de este mismo Blog.