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Nuestro hombre en Stalingrado

05 Lunes Ago 2019

Posted by Joan in Condecoraciones europeas

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113º División de Infantería, Anthony Beevor, Artillería, Hitler, Jarkov, Kiev, Operación Barbarroja, Paulus, Segundo Guerra Mundial, Stalin, Stalingrado, Wehrmacht, WWII, Zhukov

El mundo del coleccionismo militar es amplio y variado. Y si bien en este blog estamos especializados en órdenes y condecoraciones, tampoco dejamos de lado hablar las medallas conmemorativas o la documentación militar. Éste último terreno me parece especialmente interesante, ya que, en caso de conseguir algún lote de un mismo militar, se puede seguir una trayectoria personal que a veces es propia de una verdadera novela bélica. Incluso hay documentos sueltos que son interesantísimos por sí mismos.

Dentro de este terreno, una de las variantes de este coleccionismo, muy extendido en Alemania o los Estados Unidos, son los Wehrpass alemanes de la Segunda Guerra Mundial. Un Wehrpass es el documento de identificación militar de un ciudadano, en este caso, alemán. Se diferencia del Soldbuchen que éste es expedido por las autoridades militares, mientras que en Wehrpass es expedido por autoridades civiles, si bien el tipo de información que recoge es muy similar en ambos casos.

Así, nos ha llegado un Wehrpass tremendamente interesante, que narra las vicisitudes de un sargento que perteneció a la División de Infantería nº113 de la Werhmacht. Una División que luchó en Rusia desde el inicio de la Operación Barbarroja y que fue aniquilada en Stalingrado. Este Wehrpassnos cuenta la historia de Anton Weber: nuestro hombre en Stalingrado.

Anton Weber era un alemán como cualquier otro. Había nacido el 24 de marzo de 1913, en Hesse, en el corazón de Alemania, concretamente en la pequeña ciudad de Kassel. Su padre, carpintero, se llamaba Heinrich y su madre, Eva, falleció prematuramente, cuando Anton contaba con tan solo 11 años de edad. Nuestro joven héroe se formó y empezó a trabajar como albañil. Poco más sabemos de él. ¿Sufrió las consecuencias de la terrible crisis económica? ¿Simpatizaba con los nazis? ¿Era miembro del partido? Poco más sabemos de él, a parte que en 1935, contrajo matrimonio. Lo que es seguro es que en 1940 fue llamado a filas y se le destinó en el 15ª Regimiento de Artillería y de allí fue transferido al 87º Regimiento de Artillería que sería encuadrado en la División de Infantería nº113 que fue destinada al 6º Ejército.

La unidad de Weber empezó a luchar la invasión de la URSS desde el inicio de la Operación Barbarroja. Tras encuentros con restos de unidades soviéticas, la primera batalla de importancia fue la conquista de la ciudad ucraniana de Korosten, a principios de agosto de 1941. Lejos de lo que se suele creer, la conquista de Ucrania no fue ningún paseo militar por parte de los alemanes. Y prueba de ello es que la batalla de Korosten, encuadrada en la conquista de las ciudades de Dubno, Lutsk y Brody, fue la batalla en la que intervinieron un mayor número de carros de combate hasta la épica batalla de Kursk (1943). La 113º División de Infantería sufrió un total de más de dos mil bajas, entre ellas más de 800 muertos.

Lejos de los que se suele creer, el trayecto hasta Stalingrado no fue un camino de rosas.

El punto crítico de la batalla de Korosten fue la conquista de la cabeza de puente de Malin, en la que Weber participó activamente. Sin apenas, descanso la División continuó peleando hasta cruzar el río Dniéper y participar en el cerco de la ciudad de Kiev. A mediados de septiembre de 1941, Kiev caía. Y con ello, a la 113º le fue otorgado un merecido descanso en la región de Zhytomir.

Tras un breve periodo ocupando Kiev, Weber y sus conmilitones fueron enviados a Croacia a sofocar la revuelta serbo-croata de los partisanos de Tito. Éstos fueron derrotados, aunque no aniquilados, y a pesar de que la revuelta fue sofocada, los partisanos continuaron con su incasable resistencia, si bien la mayor parte de las unidades alemanas fueron de nuevo trasladadas al Frente Oriental. Pero los alemanes jamás dejaron los Balcanes a su suerte y siempre mantuvieron importantes contingentes, aunque gran parte del peso de las operaciones anti-partisanas las llevaban a cabo de los chetniks de Draza Mihailovich (1).

A principios de 1942, la 113º División regresaba al Frente Oriental. Mientras dura lo más crudo del invierno, la situación es de una relativa calma, si bien se continúan librando pequeñas batallas. Lo hacía encuadrado en el 6º Ejército del célebre Friedrich Paulus (2), dentro del VIII Cuerpo de Ejército, bajo el mando del general Heitz (3). Por cierto, el 113º estaba comandado en ese momento por el general Sixt von Armin, que acababa de sustituir al general Zickwolff (4).

Sixt von Armin, general de la 113º División de Infantería.

Pero los dos ejércitos, tienen previstas sendas ofensivas para el inicio de la primavera. El mariscal Timoshenko (5) quiere atrapar a parte del 6º Ejército, que se ha quedado en el saliente de Barvenkovo, y se adelanta a Paulus, frustrando su “Operación Friedericus”. Tras unas victorias iniciales del ejército soviético, los alemanes contratacan y consiguen empujar a los soviéticos más allá del río Don… hasta el Volga. Provocando ingentes pérdidas para los soviéticos.

En estos días, la 113º de Anton Weber se hallaba justo en el centro de la ofensiva de Timoshenko. A pesar de lo durísima de la ofensiva inicial, la División consigue replegarse con un cierto orden unos diez kilómetros en dirección oeste, consiguiendo estabilizar una línea defensiva a lo largo del río Berestovaya, cerca de la ciudad de Krasnograd. A pesar de que sus fuerzas están muy debilitadas, a finales del mayo pasan al contrataque y consiguen llegar hasta la ciudad de Orel.

En junio, participan en la Segunda Batalla de Járkov y tras su conquista, arrasan diversas poblaciones hasta llegar el 10 de junio a Volchansk. Sin dejar el frente del Don, se instalan al sur de la ciudad de Kotluban. Se hallan a las puertas de Stalingrado, en su cara norte.

A partir de ahí, la historia la conocemos todos. A finales de agosto, las tropas alemanas se quedan a las puertas de la ciudad, a la espera que la Luftwaffe la “reblandezca”. A mediados de septiembre, la Werhmacht penetra en la ciudad. Los de la 113º entran por la zona norte y consiguen acercarse a la orilla del Volga. Y cuando parece que todo está ganado: llega el desastre.

La llegada de Zhukov con nuevas tropas procedentes de Siberia, consiguen detener el ataque. Además, cambia la estrategia. En lugar de tratar de reconquistar la ciudad, el objetivo de Zhukov era mucho más ambicioso: destruir el 6º Ejército. Para ello, planeó rodearlo en lo que se llamó la Operación Urano. Ante la 113º División de Infantería, se opuso el 24º Ejército soviético, bajo el mando del general Galanin (6).

Página del Wehrpass de Anton Weber donde se indica dónde luchó.

Las líneas de retaguardia del 6º Ejército estaban defendidas por soldados rumanos e italianos, mal equipados y con la moral por los suelos, así que un impetuoso avance ruso rompió sus líneas y ya fue demasiado tarde para Paulus poder reaccionar. Las tropas rusas cerraron el cerco en la ciudad de Kalach el 23 de noviembre. Anton Weber acababa de ser evacuado de Stalingrado.

Cómo consiguió Weber ser evacuado es otro de los misterios que su Werhpassno nos desvela. Lo cierto es que Anthony Beevor, a través de su imprescindible obra “Stalingrado” nos señala que la inanición se cebó en la 113ª, así que no seria improbable que Weber sufriera alguna enfermedad derivada de la desnutrición, como la disentería (que llegó a sufrir Paulus) o el escorbuto.

Tropas alemanas luchando en Stalingrado.

De hecho, tampoco sabemos nada del día a día de Weber en Stalingrado. Sin embargo, nos han llegado las cartas de otro cabo de su mismo Regimiento de Artillería, si bien éste estaba destinado en el batallón 11º. Se trata de las misivas que August Kerling envió a sus hermanos (7). Éstas nos muestran como la principal preocupación de los miembros del 87º Regimiento de Artillería, era sobre todo la obtención de alimentos. Mientras la pista de vuelo se mantuvo abierta, a los soldados y militares les llegaban paquetes de comida de un modo más o menos irregular. Otra de sus preocupaciones, era que no los trasladaran a una unidad de infantería para ir a combatir a la ciudad, pero era tan habitual como inevitable, dado el alto porcentaje de bajas. Kerling sobrevivió hasta el final. Aunque en sus cartas no se termina de saber cuál fue su final.

Sí sabemos cuál fue el del 6º Ejército. De los aproximadamente, 330.000 hombres que formaron parte de la ofensiva: unos 150.000 murieron en Stalingrado, 90.000 fueron hechos prisioneros, de los que tan sólo regresaron con vida a Alemania unos 6.000. Si tenemos en cuenta las batallas previas a Stalingrado, probablemente, el 85% de los miembros del 6º Ejército fueron baja por herida, muerte, desaparición o prisión.

Monumento a la Madre Patria de Volvogrado (la antigua Stalingrado).

¿Cómo siguió la vida de Weber? Regresó a Alemania, donde fue encuadrado en una Ersatz. Literalmente, es una palabra que se traduce como “refrito”, más o menos, y eran unidades de combate compuestas por los supervivientes de unidades que habían sido destruidas y que iban a cubrir las bajas de otras unidades mayores. A finales de 1943, estuvo más de un mes hospitalizado. Y en 1944, formó parte de la Unidad de Entrenamiento nº17. No volvió a entrar en combate y se le desmovilizó en mayo de 1945.

 

Notas:

(1) Los Balcanes, ese encantador polvorín. Ya desde esa época, era una lucha de todos contra todos. Por un lado, los partisanos comunistas de Tito (1892-1980); por otro, los chetniks de Dragoljub “Draža” Mihajlović (1893-1946), monárquicos y anti-comunistas. Si bien al inicio de la invasión nazi, ambas facciones trataron de colaborar, el hecho de que ninguna de las partes se quisiera subordinar a la otra, desembocó en una guerra civil entre ellos, en los chetniks llegaron a ser ayudados y financiados por los británicos, a la vez que luchaban codo con codo con los nazis para aniquilar a los comunistas de Tito. Cuando el colaboracionismo de Mihailovich empezó a ser descaradamente evidente, por pudor, los británicos dejaron de colaborar con ellos. De todas maneras, para dar una vuelta de tuerca al asunto, los nazis acabaron poniendo precio a la cabeza de Mihailovich, que unos meses después volvería a aliarse con los alemanes, con el objetivo de terminar con Tito. Pero no solo no pudieron terminar con él, si no que el indomable yugoslavo acabó per echar a los nazis y encarcelar (y mandar ejecutar) al general monárquico.

(2) Friedrich Paulus (1890-1957). Se alista al ejército alemán en 1910. Luchó en la Primera Guerra Mundial, terminando con el grado de capitán. Se mantuvo en el Reichwerh, donde fue ascendiendo en puestos de importancia, como por ejemplo fue el sustituto del mismísimo Guderian como Jefe de las Tropas Panzer, en 1935. Era considerado como uno de los mayores expertos en la guerra motorizada. Participó en la conquista de Polonia, Bélgica y Francia. En 1940, es nombrado Jefe del Estado Mayor del ejército de Reichenau, que se disponía a la conquista de la URSS. En diciembre de 1941 recibe el mando del 6º Ejército. En la primavera de 1942, el general ruso Timoshenko lo sorprende con su ofensiva, lo que le obliga a retirarse, si bien contratacará con éxito. Recibió la orden de avanzar hasta Stalingrado. Si bien, en un par de semanas logra conquistar el 80% de la ciudad, es incapaz de derrotar los focos de resistencia que se mantenían en posiciones fortificadas en la ribera del Volga. Desde ahí, llegan tropas siberianas de refresco que, junto al crudísimo invierno y a los problemas logísticos de los alemanes, provocó que la ciudad se convirtiera en un descomunal cementerio. Cuando a finales de 1942, los soviéticos lograron cercar al 6º Ejército, su suerte ya estaba echada. Y más cuando fracasó el intento de von Manstein de rescatarlos. Hitler lo nombra Mariscal de Campo, a sabiendas que ningún oficial de ese rango se ha rendido. Pero Paulaus, enfermo de disentería, para escándalo de los nazis más fanáticos, se niega a suicidarse y se rinde, con el resto de sus tropas, a principios de febrero de 1943. Una vez prisionero, colaboró con el Comité Nacional por una Alemania Libre, de inspiración anti-nazi, y fue testigo en los Juicios de Nuremberg. Fue liberado en 1953, pasando sus últimos días en Dresde (RDA). No vamos a hacer un juicio sobre la capacidad de Paulus.

(3) Walter Heitz (1878-1944). Se alistó al ejército alemán en 1898. Participó en la Primera Guerra Mundial y continuó en el Reichwerh. Fue un entusiasta nazi desde el inicio y al estallar la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que por edad se podría haber retirado, solicitó permanecer en servicio activo. Como jefe del VIII Cuerpo del Ejército, en 1939 participó activamente en la conquista de Francia. En 1941, fue transferido al Frente Oriental, como parte del 6º Ejército. Cuando la situación se puso complicada, fue partidario de resistir hasta la última bala y de ejecutar a derrotistas y partidarios de la rendición. Pero tras el colapso del frente sur alemán, y ante la imposibilidad de seguir luchando, se rindió el 31 de enero de 1941. Murió de cáncer en 1944 estando en cautividad.

(4) Friedrich Zickwolff (1893-1943), nació en Bayreuth. Era hijo de un ingeniero y en su familia no había tradición militar. Entra en el ejército en 1908 y combate en la Primera Guerra Mundial, terminándola con el grado de capitán. Se mantuvo en el Reichwerh, donde fue escalando posiciones hasta ser nombrado general. Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, recibe el mando de la 227º División de Infantería, con la que participaría en la conquista de los Países Bajos y Francia. En junio de 1941, al inicio de la Operación Barbarroja, es transferido al Frente Oriental, recibiendo el mando de la 113º División de Infantería. Antes de las ofensivas de 1942, es transferido al mando de la 95º División de Infantería y, poco después, al de la 343º División de Infantería, situada en la Bretaña Francesa. Allí, en agosto de 1943, sufre un atentado por parte de la Resistencia, que lo deja gravemente herido. Fallece al cabo de unas semanas a causa de la septicemia que le provocaron las heridas.

Hans-Heinrich Sixt von Armin (1890-1952) este Teniente General provenía de una familia con una larguísima tradición militar. Su padre fue el general Friedrich Bertram, mientras que su madre, Pauline Auguste, era hija del general prusiano Julius von Voigts-Rhetz. A Hans-Heinrich no le faltaba pedigrí. Nació en la población pomerana de Stettin (hoy en día, en Polonia, se conoce como Szczecin), ciudad que quedó absolutamente arrasada por los raids aéreos de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial. La carrera militar de Hans-Heinrich empezó en la Primera Guerra Mundial, donde llegó a obtener el grado de capitán. Una vez terminada la Gran Guerra, consiguió mantenerse en el Reichwehr. Al principio de la Segunda Guerra Mundial, recibe el mando de la 95º División de Infantería, con el que atacaría a la URSS, lugar del que no regresaría nunca. En 1941, mandó ejecutar a unos 200 judíos, como represalia por un ataque partisano. En junio de 1942, recibe el mando de la 113º División de Infantería, con la que atacará la ciudad de Stalingrado desde el norte, el conocido como Frente del Don. A pesar de los avances iniciales, la ofensiva alemana se frena en seco y los suministros no llegan, llevando a su División a situaciones límites y con una cantidad de bajas. Durante su cautiverio, se convirtió en un gran amigo de Paulus. Murió en la URSS en 1952.

(5) Semión Timoshenko (1895-1970), este ucraniano fue uno de los más destacados militares en la historia de la Unión Soviética, a pesar de sufrir algún sonoro fracaso. Hijo de unos campesinos sin tierras, fue reclutado como soldado de caballería en la Primera Guerra Mundial, pero una vez rendida Rusia, se unió al Ejército Rojo. En Tsaritsyn (la futura Stalingrado), conoció a Stalin, a quien una uniría desde entonces una estrecha amistad, lo cual le salvó de las purgas, a pesar de que algunas de sus heterodoxas opiniones. Además de destacar en la Guerra Civil rusa, también tuvo una destacada participación en la guerra contra Finlandia. Con la invasión nazi de la URSS, Stalin lo nombró jefe del Grupo de Ejércitos Centro, que no pudo detener a los alemanes, pero retrasó lo suficiente su empuje como para blindar la ciudad de Moscú. En el invierno de 1941-42 fue enviado al frente de Ucrania, que logró estabilizar, si bien su posterior ofensiva acabó fracasando y fue empujado por el 6º Ejército de Paulus hasta Stalingrado, donde fue relevado del mando de la defensa de la ciudad cuando esta estaba a punto de caer definitivamente en manos de los nazis. A pesar de ello, su buena fama como militar nunca decayó y siguió comandando ejércitos hasta el final de la guerra. Una vez terminada la Gran Guerra Patriótica, ocupó diversos cargos políticos hasta su muerte.

(6) Ivan Vasilievich Galanin (1899-1958). Su trayectoria militar es similar a la de la mayoría de mandos soviéticos de la Segunda Guerra Mundial: bautismo de fuego en la Primera Guerra Mundial, alistamiento como voluntaria el Ejército Rojo durante la Guerra Civil rusa y promoción o destacadas actuaciones en alguno de los conflictos armados en el periodo de entre-guerras (mundiales). En el caso de Galanin fue en la batalla de Jalijin Gol (1939) contra los japoneses. Al inicio de la Operación Barbarroja, no se puede decir que a los ejércitos a su mando le fueran mejor que a la mayoría de sus colegas. Pero su suerte cambió con la Operación Urano, en la que comandó el 24ª Ejército. También destacó en la Batalla de Kursk, al mando del 41º Ejército de Guardias.

(7) http://www.stalingrad-feldpost.de/briefinh-U/Briefinhalte/Briefinhalte2/Briefinhalte3/Briefinhalte4/kerlingbf-inhalte-kehring.html

 

 

 

El coronel de artillería Isidoro Cabanyes i Olcinellas. El inventor insaciable

13 Jueves Jul 2017

Posted by Raimundo de Miguel Alonso in Galería de personajes ilustres

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Alcázar de Segovia, Artillería, electricidad, inventos, Sitio de Bilbao, Tercera Guerra Carlista

 

 

Uniforme de oficial de Artillería, circa 1895. Cabanyes lleva prendidas la Encomienda y la Cruz de Caballero de la Orden de Isabel La Católica, la Cruz y la Placa de San Hermenegildo, la Medalla Conmemorativa de la Mayoría de Edad de A-XIII, dos Cruces Sencillas de 1º clase del MM, blanca y roja, la del Sitio de Bilbao y la Medalla de A-XII a los Ejércitos del Norte o, no se distingue bien, la de la Guerra Civil de 1873-1874.

Es conocido, y además lo hemos destacado por encima en otras crónicas, el profundo arraigo y el cuidado que siempre ha presidido la formación de los artilleros en lo tocante a su conocimiento de distintas disciplinas de carácter científico. La física aplicada, la química y la mecánica han configurado los perfiles más técnicos dentro de los Ejércitos, propiciando una gran cantidad de Ingenieros Militares de altísima calificación profesional. Esto ha permitido a lo largo de los siglos la irrupción de biografías tremendamente brillantes e innovadoras. Terreno abonado también para inquietudes inventivas de todo tipo.

Todo ello entre los muros del muy prestigioso Real Colegio de Artillería de Segovia (1764), la academia militar más antigua del mundo, y dónde nuestro invitado de hoy ingresó en 1857 con tan solo catorce años de edad. Fundado por el militar y aristócrata hispano-italiano Félix Gazzola, bajo el reinado e impulso del rey ilustrado Carlos III. El Alcázar de Segovia es uno de esos edificios excepcionales que uno no puede dejar de conocer.

Arrebatadora imagen del Alcázar fotografiada por Javier Javisego.

Isidoro Cabanyes nace en El Garraf en 1843, y fallece en San Lorenzo de El Escorial en 1915.

Algún estudioso, y rendido admirador como nosotros de este hombre polifacético y sorprendente, le ha llegado a denominar el “Julio Verne Español”. Hay mucho en común efectivamente para que esta comparación con el genio de Nantes tenga todo el sentido.

Cabanyes, emparentado con el poeta Manuel y el pintor Joaquín Cabanyes, nace en El Garraf (Barcelona) en un entorno pequeño burgués estando su familia vinculada a los negocios y el comercio. En consecuencia nada hacía presagiar la dimensión que algunos años después tomaría su carrera, a pesar de tener dos hermanos que también fueron militares.

Su primer destino como bisoño teniente de artillería, fue Madrid. En concreto se le moviliza en 1866 para intervenir y sofocar la sublevación del cuartel de San Gil contra Isabel II. En 1869 es ascendido a capitán.

Pocos años después solicita pasar a la Reserva por desavenencias de tipo político, pero en 1873 solicita su reingreso. Acto seguido participa en el sitio de Cartagena, por cuyos méritos es ascendido a comandante, y en las importantes operaciones de la campaña del Norte, batalla de San Pedro Abanto y el levantamiento del Sitio de Bilbao. Ambas acciones enmarcadas dentro de la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), y por las que fue condecorado, (1).

Desde 1876, terminada la campaña Carlista, se intensifica su labor investigadora. Se suceden varios destinos en distintas guarniciones y en 1894 es nombrado Jefe de Estudios de la Academia de Artillería de Segovia. Es aquí, en este entorno en el que los medios y el claustro académico facilitaban su labor inventiva, donde Cabanyes encuentra su verdadero sitio, hablando años después de este destino con especial cariño. En 1896 es ascendido a coronel.

Patio de Armas del Alcázar de Segovia.

La capacidad de trabajo, el torrente creativo y una curiosidad desbordante le permitieron crear un amplio abanico de ingenios, que como suele ocurrir en estos casos, se adelantaron a su tiempo.

Hablamos de verdaderos complejos de ingeniería en los que el nivel y conocimientos de carácter matemático y físico, los cálculos de estructuras y las soluciones mecánicas demuestran que hablamos de un verdadero genio. Adelantarse casi un siglo a lo que hoy conocemos como energías limpias y sostenibles, en esa prosa actual tan poco atractiva a la que son tan aficionados algunos, realmente produce una gran admiración en el profano.

No se trata de soluciones técnicas para problemas estrictamente castrenses. El eje conceptual del digamos proyecto de investigación de Cabanyes siempre giró alrededor de la generación de electricidad y su aplicación práctica en beneficio de la sociedad en general.

La lista de aportaciones es realmente impresionante y muy extensa. La describimos someramente:

-GENERADOR EÓLICO-SOLAR.

Probablemente se trate de su mayor aportación. Si pensamos además que en la actualidad este capitulo esta todavía en un estado casi experimental la anticipación e influencia de sus estudios y soluciones prácticas son todavía más meritorios. En su caso se patentó en 1902…

La torre Eólica de Cabanyes.

-PROYECTO E INSTALACIÓN DEL ALUMBRADO ELÉCTRICO EN MADRID.

-ESTUDIOS PARA LA FABRICACIÓN DE CARBON ARTIFICIAL. 1870.

-PATENTE DE UN REGULADOR DE AIRE COMPRIMIDO APLICADO COMO FUERZA MOTRIZ A LOS TRANVIAS Y OTROS MEDIOS DE TRANSPORTE. 1877.

-SISTEMA DE CALEFACCIÓN Y ALUMBRADO MEDIANTE GAS, (FOTÓGENO). 1880.

-PROYECTO DE SUBMARINO ELÉCTRICO, (TORPEDERO SUBMARINO). 1885.

Junto a su socio en esta aventura Miguel Bonet, y coincidiendo en el tiempo con el de Isaac Peral, fue capaz de idear una sorprendente máquina de guerra submarina, que como en el caso de Juan de la Cierva con el Autogiro años después, son probablemente la cima y la mayor aportación de la capacidad inventiva de nuestro país en el siglo XX.

Su coincidencia con el de Peral, con mayores apoyos y subvenciones por parte de la Armada sin ninguna duda le perjudicó, aunque finalmente este tampoco prosperara como ya había pasado con el de Narcis Monturiol en 1858.

El proyecto del torpedero sumergible de Cabanyes.

Durante todos estos años de investigación, patenta muchas de sus creaciones, manteniendo un permanente contacto con otros colegas europeos que le permitió mejorar y ampliar sus ya enciclopédicos conocimientos. Para ello pide periódicamente permisos que le permiten viajar por toda Europa. En 1881 viaja a Paris para asistir a la “Exposición Internacional de la Electricidad”.

En 1881 también patenta una lámpara eléctrica, que utilizando la tecnología del arco voltaico y de las bombillas incandescentes, según he leído se podía comparar con la del propio Edison. En 1890 instala por primera vez la luz eléctrica en el Palacio Real de Madrid.

Para entender y dimensionar adecuadamente la importancia de nuestro admirable compatriota hay que situar su biografía en un contexto y una época realmente prodigiosa, en la que las inquietudes, la curiosidad y el trabajo concienzudo de toda una generación de científicos, médicos, arquitectos, químicos, investigadores e ingenieros, sin duda alguna sentaron las bases de muchas cosas que hoy forman parte del ajuar colectivo de nuestro tecnológico mundo.

Personajes sencillamente geniales, que con la mayor humildad, signo inequívoco de su grandeza, y en muchos casos conviviendo con severas limitaciones de todo tipo, cuando no con la mayor incomprensión e incluso rechazo, fueron capaces de anticiparse, con una visión de la técnica casi artística.

Y por ultimo también hay que destacar la innegable contribución del Ejército y la Armada, casi siempre poco valorada, en estos territorios. El coronel Cabanyes es un ejemplo inolvidable de ello y por eso hemos querido compartir está breve semblanza con todos vosotros.

 

 

NOTAS:

(1) Se da la coincidencia que un antepasado mío también artillero, el general habilitado Juan Fernández-Florez y Humanes, pudo coincidir con Cabanyes en el entonces Real Colegio de Artillería, y si no lo hizo fue por muy poco. Uno ingresó en 1862 y nuestro protagonista lo había hecho en 1857, siendo ambos compañeros en dos promociones consecutivas.

Compartieron también, a muy distinto nivel desde luego, la inquietud científica e inventiva.

Donde indudablemente coincidieron los dos, ambos con el grado ya de comandante y dentro de los regimientos de artillería gubernamentales, fue en la cruenta batalla de San Pedro Abanto de 1874, y consecuentemente en el levantamiento del infernal Sitio de Bilbao del mismo año.

PARA SABER MÁS:

https://historiayculturamilitar.wordpress.com/2013/07/09/juan-fernandez-flores-un-artillero-de-ultramar/

 

 

 

 

El Sable del Soldado

23 Miércoles Jul 2014

Posted by Raimundo de Miguel Alonso in Miscelánea

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Armas blancas, Artillería, Carlos III, Real Fábrica de Artillería de Toledo, Toledo

Traemos por primera vez, iniciando de algún modo una nueva sección de objetos militares diversos, una pieza que no es una vieja orden al mérito. Hemos creído interesante ir incorporando de forma muy selectiva y esporádica este tipo de elementos que han conformado las dotaciones reglamentarias de todo tipo de unidades para abrirnos a otro universo dentro del coleccionismo y de la consiguiente recuperación de objetos castrenses, que complementarán y en algún caso completaran, el verdadero corpus y discurso de este Blog que seguirán siendo las condecoraciones y sus protagonistas.

mach01Iniciamos la reseña con este cuchillo que hemos adquirido recientemente en un anticuario catalán. Se trata de un magnifico ejemplar en un muy buen estado de conservación correspondiente al modelo aprobado por R.O. de fecha 22 de junio de 1907.

Fue exclusivo inicialmente del arma de Artillería, hasta 1916, extendiéndose a partir de ese año a otras unidades de Ingenieros y Sanidad Militar. Finalmente en 1918 se dota también con él a Regimientos de Ferrocarriles y en el año 1923 a secciones de ametralladoras de Infantería e incluso de tambores y cornetas.

De algún modo, y esta es un deducción estrictamente personal que podría ser rebatida por algún estudioso pero que tiene una cierta lógica, este tipo de cuchillo convivía con las bayonetas de la Infantería presentes en las unidades de choque y con los sables de la oficialidad y de las secciones de caballería, convirtiéndose llegado el caso, en el arma complementaria de unidades que no estaban presentes en primera línea o en intervenciones de asalto directas a posiciones enemigas.

mach02

Dentro de sus características formales, además de estar fabricado en el famoso acero toledano, destaca el diseño de la hoja con una curvatura que recuerda arcaicos pero efectivos diseños presentes en la Falcata ibérica o en la Cimitarra árabe y una recia empuñadura de madera de nogal fijada con doble tornillería y rematada en un extremo curvo para una mejor sujeción en el momento de su uso.

Cada ejemplar esta numerado sobre la hoja, en este caso con el Nº 2.591, e incorpora como garantía de origen y autenticidad la impronta o golpe seco de la Real Fábrica de Artillería de Toledo y su antiguo escudo del arma, dos viejos cañones cruzados y coronados sobre una pirámide de bombas artilleras.

LA REAL FABRICA DE ARMAS DE TOLEDO

La Real Fábrica de Toledo en la actualidad

La Real Fábrica de Toledo en la actualidad

Durante los siglos comprendidos entre el XV y el XVII se produjo en la ciudad castellana de Toledo el florecimiento de una industria espadera y cuchillera artesanal que llego a tener carácter legendario y que en su momento fue considerada por la calidad de su acero y sus magníficos diseños la más importante de Europa, por encima incluso de la alemana de Solinger.

Al principio la producción se desarrollaba en pequeños talleres particulares pero organizados en asociaciones gremiales que trabajaban siempre por encargo, fundamentalmente de nobles e hidalgos.

A finales del XVII principios del XVIII se produce un gran bajón en la demanda y producción de estos artesanos como consecuencia de los cambios en el uso de las clásicas espadas españolas. Estas habían formado parte como un elemento mas dentro de los atuendos de los caballeros pero que ahora se ven sustituidas, como consecuencia del afrancesamiento en las costumbres, por espadines mas ornamentales. A raíz de esta circunstancia de carácter estrictamente civil y hasta podríamos decir que de índole sociológico, el Ejército ve con mucha preocupación esta realidad ya que también es receptor principal de las magnificas espadas de Toledo. Como consecuencia de todo ello, y como en otras tantas iniciativas modernizadoras, en 1761 Carlos III crea la “Real Fabrica de Espadas”, institución inicialmente bajo tutela regia que aglutina a todo el grueso de los artesanos dispersos bajo una misma organización. Se viven años dorados que recuperan el prestigio de las espadas toledanas garantizando el suministro al Ejercito y la Armada e incluso con posterioridad, produciendo espadas para terceros países.

Expositor de espadas

Expositor de espadas

Después de una primera sede que pronto se queda pequeña, en 1777 el magnifico arquitecto de cabecera de Carlos III, Sabatini, con obras destacadísimas en Madrid tales como, El Palacio Real, la soberbia Casa de la Aduana en la calle de Alcalá, el Hospital de San Carlos o la muy famosa Puerta de Alcalá entre otras muchas intervenciones, inicia la construcción de la nueva fabrica que finaliza en 1782. En 1783 la gestión pasa de la Corona a la Hacienda Pública y tiempo después, y de ahí su denominación definitiva hasta su desaparición, al arma de Artillería.

La Real Fábirca en los años 20 del siglo pasado.

La Real Fábrica en los años 20 del siglo pasado.

Hablamos de una institución que mantuvo su prestigio durante casi doscientos años a fuerza de templar el acero como nadie y que en su ultima época complemento esta actividad nuclear con la fabricación de munición de distintos calibres. La inexorable caída en la demanda de sus productos propicia desafortunadamente que a finales de los ochenta del siglo XX cierre su puertas para siempre.

Diseño de la espada del Gobernador Civil

Diseño de la espada del Gobernador Civil

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Sus magnificas instalaciones y espacios industriales primigenios, cuidados jardines e incluso una capilla de espectacular factura, afortunadamente han sido rehabilitados y actualmente como tantos otros espacios de carácter castrense, son ocupados por un campus universitario.

La Capilla de la Real Fábirca

La Capilla de la Real Fábrica

Nos quedan cientos de miles de espadas, cuchillos, bayonetas y hasta material quirúrgico repartidos por medio mundo que son un recordatorio permanente de lo que llego a significar esta fabrica de Toledo. Nuestro espectacular cuchillo de asalto es un ejemplo de ello, “El Sable del Soldado” que fue fabricado en esta factoría fascinante.

Un antiguo y lejano familiar mío artillero estuvo destinado en la fabrica como Comandante de 1888 a 1889. Tal vez su recuerdo ha inspirado este breve post.

Vista aérea de todo el complejo de la fabrica en la actualidad

Vista aérea de todo el complejo de la fábrica en la actualidad

Juan Fernández-Florez. Un artillero de ultramar.

09 Martes Jul 2013

Posted by Raimundo de Miguel Alonso in Galería de personajes ilustres

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Artillería, Bilbao, Cuba, Orden de Isabel la Católica, Orden de San Hermenegildo, Orden del Mérito Militar, Tercera Guerra Carlista

JUAN FERNÁNDEZ-FLOREZ HUMANES

CORONEL DE ARTILLERIA

-GENERAL HABILITADO POR R.O. DE 29 DE JULIO DE 1907-

(LA HABANA 1848-SC. DE TENERIFE 1908)

fotografía 4

La génesis de la historia qua a continuación voy a contar tiene los ingredientes de un descubrimiento casual, que como tal, se cruza en mi camino de forma totalmente accidental y fortuita. Partiendo de una vieja foto que conservaba guardada en una caja y de la que desconocía su historia y personajes empezó una pequeña investigación que me ha permitido reencontrarme con un lejano antepasado cuya historia desconocía hasta hace tan solo unos días.

Nuestro protagonista, mi tatarabuelo, nace en Cuba en 1848. Sus padres, y en concreto su madre también nacida en Cuba, formaban parte de la extensa colonia de españoles de origen cubano que desarrollaban su vida en la isla. Cuba, con estatus y consideración de provincia, no tanto de colonia, se erigía junto a Puerto Rico y en menor medida la lejana Filipinas, en los tres últimos bastiones del antiguo imperio ultramarino español.

Muy joven, en 1862, se traslada a la península e ingresa con catorce años como Cadete en el entonces “Colegio de Artillería de Segovia”, la actual Academia de Artillería. En 1869 alcanza el despacho de teniente y se incorpora al servicio activo. Después de distintos destinos en otros tantos regimientos artilleros es ascendido a capitán por meritos de guerra (luego veremos la razón) en marzo de 1874. Recala con posterioridad en la entonces muy prestigiosa Real Fábrica de Armas de Toledo hasta 1888, año en el que se casa en la iglesia de San Gines en Madrid. Sus destinos le llevan como a la mayoría de militares a vivir en muchas ciudades. Entre ellas: San Sebastian, Málaga, Ceuta, Baleares, Sevilla y por fin su última plaza como coronel en Santa Cruz de Tenerife, donde fallece en 1908, con el ascenso a general de brigada ya previsto y reseñado en su historial por “R.O., de fecha 29 de julio de 1907” pero del que no pudo tomar posesión al fallecer a los pocos meses, el 26 de enero.

Escudo de artillería. Ha querido la casualidad que su lema sea el título de este blog.

Escudo de artillería. Ha querido la casualidad que su lema sea el título de este blog.

Llama la atención en su hoja de servicios que hemos conseguido por gentileza del magnifico Archivo General Militar de Segovia y de su amable Coronel Director (miembro de la Real Academia  de la Historia), varios destinos y comisiones que ponen de relieve el carácter formativo de los artilleros y su especialidad en todo lo relacionado con la física y la química aplicada a las armas. Aquí cabe destacar que los historiales custodiados en el AGMS recogen con todo lujo de detalles la biografía y la foto vital de sus protagonistas de forma realmente sorprendente y con una precisión narrativa digna de admiración. Por ella incluso sabemos su estatura y que por ejemplo hablaba y traducía el francés con fluidez…

Intervino en una serie de batallas dentro de la III Guerra Carlista (1872-1876) de forma destacada y por las que fue ascendido como decíamos a capitán por méritos de guerra y condecorado tres veces con la medalla al Mérito Militar con distintivo rojo. Dentro de esas operaciones, reseñamos: Sitio de Cádiz y Pamplona y las batallas de Cartagena, Villarreal, Oteiza, donde es ascendido a comandante, también por méritos de guerra, Tafalla, Monte San Cristóbal, Estella, Puente la Reina, Lumbier, San Pedro de Abanto.

Como cargos de importancia hemos confirmado que fue miembro de la Junta Consultiva de Guerra (*), Comandante en Jefe de la Artillería de Tenerife, Director de la Fabrica Pirotécnica Militar de Sevilla, Presidente de la Comisión Mixta Ejercito-Armada, y un ultimo cargo realmente enrevesado y muy técnico, Presidente de la Comisión del estudio telemétrico de las fortificaciones de la Plaza de Mahón. 

Medalla de Benemérito por la Patria.

Medalla de Benemérito por la Patria.

Estaba en posesión de las Cruces de Caballero de Carlos III e Isabel la Católica, Placa y Cruz sencilla de San Hermenegildo, dos Cruces de Primera Clase y una de Tercera del Merito Militar pensionada con distintivo blanco, tres del Merito Militar también de Primera Clase con distintivo rojo en tiempo de guerra, la Medalla de la Batalla de Bilbao, Medalla de Alfonso XII con pasador de la batalla de “Pamplona”, Medalla de la Guerra Civil 1873-1874 con pasador de la batalla de “Cartagena”, de la Jura de Alfonso XIII y la Medalla honorífica de Benemérito por la Patria.

-Combates de San Pedro de Abanto (ascenso a Capitán) 1874.

Batalla desarrollada alrededor de Bilbao durante la III Guerra Carlista entre unidades leales a A-XII, dentro de las cuales estaba nuestro personaje, y los Carlistas.

Estando Bilbao asediada por tropas carlistas se producen una serie de intentos por parte de las unidades alfonsinas para levantar el implacable cerco. El interés estratégico del puerto de Bilbao y la carga simbólica de dicha ciudad para el carlismo hicieron de estos combates uno de los enfrentamientos mas sangrientos de dicha guerra, causando un numero de bajas en ambos bandos que rondaron los 4.500 caídos. Después de sucesivos intentos, con una destacada intervención de la Infantería de Marina alfonsina como unidad de choque y con una feroz cobertura de los regimientos de artillería, el 2 de mayo de 1874 se logra romper el cerco definitivamente.

Orden de Carlos III.

Orden de Carlos III.

-Batalla de Oteiza (ascenso a Comandante) 1874. 

Como en el caso anterior, la batalla de Oteiza tuvo lugar en el marco de la III Guerra Carlista, a mediados de agosto de 1874. En esta ocasión, el objetivo era aprovisionar de víveres y munición la ciudad de Vitoria, que había quedado aislada del resto de territorios liberales. Ante el traslado de un convoy de suministros, el general Domingo Moriones (1823-1881) planeó un ataque de distracción sobre la población navarra de Oteiza, dominada por los carliistas. Dicho ataque se produjo de manera que los defensores apenas tuvieron tiempo de preparar el combate. El empuje e ímpetu de los liberales fue tan arrollador que, a pesar de la tozuda defensa de los partidarios de Carlos VII la posición fue tomada. Sin embargo, la inacción de su caballería provocó que los defensores de la población, temiendo ser copados, la abandonaran, retirándose apresuradamente. La victoria tuvo un alto coste para las tropas liberales, que sufrió 422 frente a las 172 de sus enemigos, lo que muestra la ferocidad del ataque de los hombres de Moriones.

Medalla de Alfonso XII. Otra de las condecoraciones que recibió Juan Fernández-Flores.

Medalla de Alfonso XII. Otra de las condecoraciones que recibió Juan Fernández-Flores.

Un historia como hay otras sin duda pero que no obstante me ha producido una tremenda satisfacción, convirtiéndose desde este mismo momento en uno de mis héroes más cercanos y queridos.

(*) Junta Consultiva de Guerra: Presidida en 1900 por el conocido General Polavieja fue un organismo que asesoraba y reportaba informes técnicos sobre asuntos militares a distintas instancias de la administración civil y militar. Tal vez la concesión de las muy civiles y prestigiosas CIII e ILC le fueron concedidas por pertenecer a dicha junta.

 

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