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Archivos de etiqueta: Guerra de África

Reseña bibliográfica: “Las recompensas de los ejércitos de África (1860-1936)”

27 Jueves Abr 2017

Posted by Joan in Lecturas Recomendadas

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Antonio Rodríguez, África, Guerra de África, Marruecos, Medalla de Marruecos, Medalla de Melilla, Melilla

Me hace una tremenda ilusión hablar del libro que vamos a presentar hoy: Las recompensas de los ejércitos de África (1860-1936), de Antonio Rodríguez, por tres razones principales: en primer lugar, porque se trata de un libro sobre condecoraciones españolas; en segundo lugar, porque está centrado en las campañas de África; y en tercer lugar, porque está escrito por Antonio Rodríguez, un buen amigo de este blog, coleccionista de un gusto exquisito e indiscutible experto de la materia que trata.

En él podréis ver, con todo lujo de detalles, las órdenes y condecoraciones otorgadas durante las guerras de África desde la campaña de 1860 hasta las de la época franquista, tanto las medallas de campaña (Medalla de África de 1860, Medalla del Rif, Medalla de Melilla, Medalla de Marruecos) hasta las de mérito, como la Orden del Mérito Militar, la Orden de María Cristina, la medalla de María Isabel Luisa y, como no, la Orden de San Fernando. Podréis observar sus principales variantes y fabricantes, con todo lujo de detalles y fotografías en color.

Me gustaría destacar dos aspectos del libro, por un lado el apartado dedicado a los fabricantes, que incluye su historial comercial. Y el otro aspecto, y diría que desde un punto de vista del coleccionismo, me parece mucho más interesante, es la gran cantidad (y calidad) de documentos que aporta, en especial, de concesiones. En general, las concesiones, han sido la cenicienta del coleccionismo. Siendo mucho más escasos y, en ocasiones, ofreciendo más detalles sobre una acción militar concreta o un hecho histórico remarcable, muy probablemente no gozan de la importancia que deberían tener. Esta obra las coloca en el lugar destacado que merecen.

En definitiva, las guerras de África, tanto por su duración como por la inmensa cantidad de hechos heroicos y por las biografías de los propios militares que participaron en ellas, como por la influencia que han tenido posteriormente en nuestro país, sufren un déficit de publicaciones que esta obra de Antonio Rodríguez viene a paliar, al menos en su vertiente de militaría y coleccionismo.

Os animo a que la compréis y leáis. Pero ojo, en el mundo editorial, corren tiempos muy duros y el tiraje ha tenido que ser obligadamente justo, ya que el riesgo en este tipo de publicaciones es desgraciadamente demasiado alto. Por ello, os recomiendo que lo hagáis pronto antes de que se agote. Vale mucho la pena.

 

 

Tamaño: DinA4, fotografías en color, 189 páginas.

Precio: 39€

Lo podéis adquirir en:

http://www.todocoleccion.net/militaria-medallas/las-recompensas-ejercitos-africa-1860-1936~x84673564

 

La Medalla de los Voluntarios Catalanes de África de 1860

19 Jueves Mar 2015

Posted by Joan in Condecoraciones españolas

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1860, Alfredo Redondo, Diputación de Barcelona, Guerra de África, isabel ii, Joan Prim, Leopoldo O'Donnell, Miquelets, Orden de San Fernando, Victorià Sugranyes, Voluntarios Catalanes

Nos saltamos el lógico orden cronológico de las medallas de las campañas de África para hablar de una condecoración muy particular y muy difícil de encontrar: la Medalla de los Voluntarios Catalanes de la Guerra de África de 1860, los legendarios 466 valientes de Prim.

volcat an01No me detendré a rememorar las hazañas y batallas de esta unidad, de la que tanto se ha hablado, más que apuntar algunas notas menos conocidas:
Y es que Prim, usando su gran carisma, en 1859 hizo un llamamiento a los catalanes para que se alistaran en una unidad de voluntarios para ir a luchar en la inminente guerra africana. El número de soldados alistados, 466, no fue muy elevados, realmente (1), pero también hay que tener en cuenta que el ejército regular español estaba formado por aquel entonces por cerca de un 30% de catalanes (cuando su población rondaba el 17% de la total española), un porcentaje solo superado por los castellanos.

Arenga de Prim a los Voluntarios Catalanes. Fuente: Museo Zumalacarregi.

Arenga de Prim a los Voluntarios Catalanes. Fuente: Museo Zumalacarregi.

El historiador Alfredo Redondo también apunta el hecho de que a quienes se alistaban se les prometía un puesto de funcionario a la vuelta o una pensión vitalicia a la familia, en caso de fallecer en el campo de batalla (2). La mayoría de ellos carecía de experiencia militar y llegaron a África con menos de tres semanas de instrucción. Pero con la moral por las nubes.

Se organizaron en cuatro compañías, que formaron un batallón, bajo el mando de comandante reusense Victorià Sugranyès (3). Tanto por su uniforme como por su formación, de hecho fueron una unidad de Miquelets: la tradicional milicia catalana de carácter irregular (voluntarios) reclutada por las diputaciones provinciales y que se usaban para acciones especiales o como refuerzo del ejército regular.

Por expreso deseo de Prim, “sus” Voluntarios siempre formaron en primera línea de fuego. Fue la unidad que tuvo (con diferencia) un mayor número de bajas: un 30% sólo de muertos en combate y, para entender de qué pasta estaba hechos, y como último dato, fueron la única unidad del ejército español en la que no hubo un solo desertor en toda la campaña.

Voluntario Catalán en África. Fuente: Museo Zumalacarregi.

Voluntario Catalán en África. Fuente: Museo Zumalacarregi.

La Diputación de Barcelona (4) (que es quien, de hecho, los había reclutado, costeando sus gastos en la campaña), encargó el diseño de la medalla a Josep Pomar i Lladó (5), medalla que se acuñaría en los talleres de Bernat Castells (6), y que constó de tres categorías:

– Categoría Oro: Antonio Prieto Barrio, cintando a Víctor Balaguer, me comenta que se crearon dos piezas en oro: una para el general Prim y la otra para el coronel Francesc Fort Segura, quien comandó a los Voluntarios tras la muerte de Sugranyés.

– Categoría plata: 492 unidades, medalla de pecho para los soldados que regresaron

Anverso de la medalla. Categoría plata.

Anverso de la medalla. Categoría plata.

– Categoría bronce: 140 unidades, medallas de mano para los familiares de los muertos en combate.

Anverso de la medalla. Categoría bronce.

Anverso de la medalla. Categoría bronce.

Las tres categorías son idénticas. En su anverso, se ve el escudo de la ciudad de Barcelona y la frase: BARCELONA AGRADECIDA, mientras que en el reverso, entre hojas de palma y roble, se lee: “A LOS VOLUNTARIOS DE CATALUÑA. GUERRA DE ÁFRICA 1860”. La cinta muestra los colores del Principado, cuatro listas rojas sobre campo amarillo.

Reverso de la medalla. Categoría plata.

Reverso de la medalla. Categoría plata.

Esta medalla, escasísima en el mercado, ha sido recientemente falsificada. Las reproducciones están realizadas por la técnica de fundición, por lo que son un poco más pequeñas y ligeras que las originales, cuyo  tamaño es de 34,4mm de diámetro, con un peso de 17,55gr. Las reproducciones localizadas hasta la fecha unen la medalla con la cinta con una bola, mientras que la mayoría de las originales están taladradas con una anilla. En fin, que no os la cuelen.

Reverso de la medalla. Categoría bronce.

Reverso de la medalla. Categoría bronce.

En definitiva, no se trata de la medalla más bonita de las campañas africanas, pero su escasez y el legendario halo que la envuelve la convierten en una pieza muy especial y, que espero, os haya gustado saber algo más sobre ella.

 

Como siempre, mi agradecimiento a Jaume Boguñà y a Antonio Prieto Barrio por su inestimable ayuda en este texto.

Para saber más sobre el Batallón de Voluntarios Catalanes:
http://www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2014/09/06/5409617e22601d151a8b4570.html

Haz clic para acceder a Enrique%20Fazio%20en%20la%20Guerra%20Africa.pdf


El blog de Alfredo Redondo es una referencia ineludible para saber más de este tema (en catalán): http://alfredoredondo.blogspot.com.es/

Otras obras de interés:

CRUSAFONT I SABATER, Miquel. Medalles commemoratives dels Països Catalans i de la corona catalano-aragonesa (s. XV-XX). Institut d’Estudis Catalans, 2006, p. 348;

REDONDO PENAS, Alfredo. Guerra d’Àfrica (1859-1860). Els 466 del general Prim. Cossetània edicions, 2008 (Col·lecció El Tinter – 80), pp. 102-125.

Para las imágenes que no son condecoraciones: http://www.zumalakarregimuseoa.eus/actividades/investigacion-y-documentacion/la-guerra-de-africa-1859-1860-nueva/guerra-de-africa-1859-1860

NOTAS

(1) El total de las tropas españolas en África se acercaba a los 40.000 efectivos.

(2) REDONDO, Alfredo: Voluntarios Catalanes en la Guerra de África de 1859-1860.

(3) Victorià Sugranyès (1807-1860), veterano de las guerras carlistas, tres veces laureado con la Orden de San Fernando, se reincorporó al ejército para comandar a los Voluntarios de Prim. Murió a la cabeza de sus tropas en la Batalla de Tetuán.

(4) Ya hemos comentado en anteriores post que la Diputación de Barcelona desarrollaba unas funciones que serían similares a las actuales de la Generalitat de Catalunya, aunque con muchas menos competencias.

(5) Pomar fue un reconocido artista de la época, que también realizó las espadas que se regalaron a Prim y O’Donnell para conmemorar la Guerra de África.

(6) En la primera parte de los posts dedicados a esta familia mostramos el salvoconducto usado por Castells para ir a Marruecos durante la campaña: https://historiayculturamilitar.wordpress.com/2012/12/13/la-casa-castells-1a-parte/

 

Cruz de la Guerra de África de 1860

08 Lunes Sep 2014

Posted by Joan in Condecoraciones españolas

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1860, África, Barcelona, Castillejos, Condecoraciones españolas, Diputación de Barcelona, Gaceta de Madrid, Guerra de África, isabel ii, Joan Prim, Leopoldo O'Donnell, Marià Fortuny, Marruecos, Tetuán

ESP MA1 01Iniciamos una serie sobre la prolífica relación de medallas de las campañas españolas en Marruecos, algunas de las cuales están entre las más populares entre los colecciones de condecoraciones.

Empezamos por la más antigua de todas, la Medalla de la Campaña de África de 1859-1860. No es objetivo de este post escribir sobre una guerra de la ya que hemos tratado en ocasiones pasadas.

Y si bien ocurre como en casi todas las guerras decimonónicas, que han pasado al olvido de gran parte de la población, en su tiempo fue una guerra importante. Por ejemplo, en Catalunya la Diputación de Barcelona (que por aquel entonces efectuaba las funciones similares a lo que vendría a ser la Generalitat, aunque con muchas menos competencias) fomentó la creación de un cuerpo de voluntarios a quienes costeó la mayor parte de los gastos, entre ellos el uniforme, el transporte y, finalmente, una medalla conmemorativa. También fue la Diputación quien contrató a Marià Fortuny para que pintara los cuadros de las más importantes batallas de la campaña (obras de las que ya dimos cuenta en un anterior post: https://historiayculturamilitar.wordpress.com/2013/06/17/exposicion-en-el-mnac-la-batalla-de-tetuan-fortuny/). Y tras la guerra, calles y plazas de Barcelona recibieron el nombre de los hechos más importantes de la contienda, así como de sus protagonistas: la plaza Tetuán sigue siendo una de las más importantes de la ciudad, pero también encontramos la calle Castillejos, Ros de Olano, Sugranyés o, como no, la Rambla Prim. Pero un hecho similar seguramente ocurrirá en cualquier otro punto de España.

La Batalla de Tetuán, de Marià Fortuny. En el MNAC.

La Batalla de Tetuán, de Marià Fortuny. En el MNAC.

Pero la medalla de la que vamos a hablar hoy es la entregada a los oficiales, suboficiales y tropa de toda España que participaron en la guerra por un espacio mínimo de un mes y, en el caso de los heridos, cualquier periodo de tiempo que hubieran estado participando en la campaña, según Real Decreto de 10 de mayo de 1860.

Ejemplar de la Gaceta de Madrid de fecha 10 de mayo de 1860 en el que se publica el Real Decreto en el que se notifica la creación de la medalla.

Ejemplar de la Gaceta de Madrid de fecha 10 de mayo de 1860 en el que se publica el Real Decreto en el que se notifica la creación de la medalla.

Si bien se trata de una medalla en una única clase, algunos oficiales se las hicieron acuñar en plata, cuando la inmensa mayoría son en metal plateado. Se trata de una medalla circular con cruz latina, de unos 34 milímetros de diámetro, con corona real. En el anverso, se aprecia el basto de la reina Isabel II (cuyo rostro difiere según el fabricante) y la inscripción “Campaña de África”.

Anverso de la Cruz de la Guerra de África de 1860.

Anverso de la Cruz de la Guerra de África de 1860.

En el reverso, se listan las acciones de combate más señaladas, a saber: Serrallo, Sierra-Bullones, Torre-Martín, Los Castillejos, Montenegrón y Asmir, Cabo Negfro, Keleli, Tetuán, Larache y Arcila, Samsa, Uad-Ras.

Reverso de la Cruz de la Guerra de África de 1860.

Reverso de la Cruz de la Guerra de África de 1860.

Por esta campaña, se concedieron otras dos condecoraciones: la Medalla de la Toma de Tetuán y la Medalla de Barcelona a los Voluntarios Catalanes, ambas muy difíciles de encontrar y de las que, como es habitual, corren algunas falsificaciones.

Esta es una buena condecoración para iniciar el coleccionismo de las medallas de campaña españolas. Es fácil de encontrar y su precio, entre 80 y 100 euros (si no es el modelo en plata, que entonces se triplica) no es disparatado para quien quiera tener un su casa un cachito de Historia.

 

Fuente:

PRIETO BARRIO, Antonio: “Compendio legislativo de las condecoraciones españolas. Recompensas de la Campaña de África”.

Exposición en el MNAC: “La batalla de Tetuán. Fortuny”.

17 Lunes Jun 2013

Posted by Joan in Eventos, museos y exposiciones

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Barcelona, Guerra de África, Historia del Arte, Horace Vernet, Joan Prim, Leopoldo O'Donnell, Madrazo, Marià Fortuny, MNAC

El pasado 19 de abril se inauguró en el MNAC de Barcelona una exposición sobre las obras del pintor Marià Fortuny inspirada en su estancia en Marruecos durante la Guerra de África, siendo el eje central de la exposición la obra La Batalla De Tetuán. Dicha exposición se podrá visitar hasta el 15 de septiembre, por lo que recomendamos encarecidamente acercarse a la montaña de Montjuïch.

La Batalla de Tetuán, de Marià Fortuny. En el MNAC.

La Batalla de Tetuán, de Marià Fortuny. En el MNAC.

Quien la visite, disfrutará de gran cantidad de dibujos y bocetos de la obra, además de otros óleos del pintor, como por ejemplo, sus dos versiones de la Batalla de Wad-Ras, que probablemente fue la realmente la acción más destacada de aquella contienda.

Pero como hemos dicho, la joya de la exposición y a la que da nombre es la monumental La Batalla de Tetuán, no solo por su tamaño (unos magníficos 972 x 300 cm), sino por su excelente ejecución técnica y por la historia que tiene el propio lienzo. En 1858, Fortuny residía en Roma, con una beca (pensión en terminología de la época) de la Diputación de Barcelona. Esta institución le encargó la elaboración de seis grandes lienzos que representaran las batallas más importantes de la Guerra de África, que se empezaba a desarrollar, encuadrándolo con las tropas de su paisano, el general Joan Prim. Desembarca en África a mediados de febrero de 1860, cuando ya han tenido lugar las batallas de Castillejos y Tetuán, pero podrá presenciar en vivo la batalla de Wad-Ras. En Marruecos, Fortuny quedó prendado de la luz, el paisaje y las gentes que encontró, transformando su pintura, apartándola de todo convencionalismo academicista. Tras la guerra, regresó, primero a España, pero más tarde a su estudio en Roma, donde se dedicaría a trabajar intensamente en su encargo. A tal efecto, cabe remarcar un viaje a París, para conocer la obra de Horace Vernet1, concretamente su obra Prise de la smalah d’Abd-el-Kader par le duc d’Aumale (La toma de la Smala de Abd-el-Kader por el duque de Aumale en Taguin), pero Fortuny se sintió decepcionado por la obra de Vernet, que consideraba plana, sin alma.

Prise de la smalah d'Abd-el-Kader par le duc d'Aumale, de Horace Vernet. En el Museo del Louvre.

Prise de la smalah d’Abd-el-Kader par le duc d’Aumale, de Horace Vernet. En el Museo del Louvre.

Nuevamente en Roma, en 1862 empieza la ejecución definitiva de la obra. Pero al cabo de unos meses, se da cuenta de lo titánico del esfuerzo requerido para pintar las seis obras, especialmente a cambio de los escasos recursos que ponen a su disposición (le han concedido 10.000 reales), y solicita a la Diputación de Barcelona que el contrato pase de seis obras a solo una, La Batalla de Tetuán, cuyo título original era  Expugnación del campamento marroquí por las tropas españolas el 4 de febrero de 1860. La institución accedió, a la par que le apremió a presentar el proyecto. Pero a mediados de la década de los 60, Fortuny cada vez se sentía más desligado de esta obra y siguió posponiendo su entrega hasta, ante la impaciencia de la Diputación. Tan es así, que en 1870 Fortuny escribió una carta a la Diputación ofreciéndoles devolver los 10.000 reales que había recibido por el encargo, a cambio de olvidarse del proyecto. Teniendo en cuenta que la Guerra de África y sus aspectos propagandísticos ya habían pasado, la Diputación aceptó. El cuadro quedó en el almacén de Fortuny en Roma sin terminar, hasta su muerte, en 1874. Unos años más tarde, su viuda, Cecilia de Madrazo2, vendió el cuadro a la propia Diputación el cuadro por 50.000 reales.

En cuanto a La Batalla de Tetuán, el cuadro muestra una escena idealizada del momento en el que las tropas españolas irrumpen en el campamento moro, provocando la huida de sus enemigos, poniéndonos ante la posición que ocuparían los moros, ganando la escena en dramatismo. En el centro del cuadro, dirigiendo el ataque se sitúa el general Leopoldo O’Donnell (1809-1867), jefe del ejército español y Presidente del Consejo de Ministros de la Unión Liberal.

Leopoldo O'Donnell, en el centro de la acción.

Leopoldo O’Donnell, en el centro de la acción.

A nuestra derecha, el gran héroe de la guerra, el general Joan Prim (1814-1870), que se lanza sobre el campamento y que está a punto de sablear a un soldado moro.

El impetuoso Joan Prim, que cumplió con su promesa al irse a Marruecos, de "caiixa o faixa", es decir, que regresaría de África en "caixa" (caja de muertos) o con una "faixa" (fajín de general). Expresión que ha pasado al idioma catalán de uso habitual.

El impetuoso Joan Prim, que cumplió con su promesa al irse a Marruecos, de “caixa o faixa”, es decir, que regresaría de África en “caixa” (caja de muertos) o con una “faixa” (fajín de general). Expresión que ha pasado al idioma catalán de uso habitual.

A la izquierda, se ve cargando al célebre Batallón de Voluntarios Catalanes, encabezado por el increíble Victorià Sugrañés (1807-1860), uno de los grandes héroes de la Historia de España, triplemente laureado y que murió en esta batalla, al mando de sus tropas, con su característico uniforme azul marino y la barretina.

El legendario y trilaureado Sugrañès, que sí volvió en "caixa".

El legendario y trilaureado Sugrañès, que sí volvió en “caixa”.

En la parte inferior, vemos a un grupo de jinetes marroquíes, que representan al Estado Mayor moro, encabezados por el caballo blanco de Muley el-Abbás, jefe del ejército marroquí y hermano del sultán Mohammed VI.

El Muley el-Abbás, huyendo con su estado mayor. La ejecución técnica de su caballo es espectacular, de hecho como el resto del cuadro.

El Muley el-Abbás, huyendo con su estado mayor. La ejecución técnica de su caballo es espectacular, de hecho como el resto del cuadro.

Fortuny muestra un profundo conocimiento del ejército marroquí al representar en su cuadro a las unidades más destacadas: Mohazni, que forman parte de la Guardia Real, y que lleva su característico sombrero puntiagudo rojo;  guerrero rifeño, con la cabeza descubierta;  guerrero del sur de Marruecos, con el cuerpo cubierto por una túnica blanca.

En definitiva, este cuadro es una de las grandes obras maestras de nuestra pintura de temática militar.

Fortuny, uno de los mejores artistas españoles del XIX.

Fortuny, uno de los mejores artistas españoles del XIX.

Marià Fortuny i Marsal (Reus, 1838 – Roma, 1874), es universalmente considerado como uno de los grandes pintores españoles del siglo XIX. Acompañado por su abuelo, que fue su tutor y valedor, a los 14 años se traslada a Barcelona desde su Reus natal (cuentan que a pie, a causa de sus escasos recursos, en un trayecto de unos 110 km.). Allí trabaja como aprendiz en el taller del escultor Domènec Soberano que, al ver el talento de su alumno, le consigue una beca para matricularse en la escuela La Llotja, la mejor de la ciudad. Sus progresos son tales, que en 1858 se traslada a Roma, becado por la Diputación de Barcelona, donde estudiará con profusión a los artistas italianos. Ya hemos relatado brevemente sus peripecias en Marruecos, tras las cuales regresa a Roma. En 1867, se casa en Madrid con Cecilia de Madrazo, con quien tendrá un hijo, Mariano Fortuny i Madrazo, igualmente un célebre artista. En 1869, sufre su primer ataque de malaria y pinta La Vicaría, cuadro que le dará fama internacional y que hará que firme un contrato en exclusiva con el prestigioso marchante francés Goupil, que le compra el cuadro por 70.000 francos (más tarde, ¡lo revenderá por 250.000 francos!) y le ofrece instalarse en París. Fortuny se convierte en el pintor de moda y se empiezan a pagar sumas astronómicas por sus cuadros y dibujos. El pintor y su familia se acostumbran a una vida de opulencia, viajando por Granada, Londres y diversas ciudades italianas, acumulando una colección de arte, joyas y armas, digna de reyes. Pero Fortuny se ha metido en un círculo vicioso, ya que su éxito le impide progresar como pintor, debiéndose ceñir a pintar encargos que le exigen un estilo de costumbrismo realista que es el que lo ha encumbrado, pero que no puede rechazar para poder mantener su altísimo nivel de vida. Ello le producirá una enorme tristeza y lo hundirá en una depresión. En muy pocos lienzos se puede escapar de la tela de araña que él mismo ha tejido a su alrededor. En octubre de 1874, regresa a Roma. Unas semanas después, recae en su antigua malaria, complicada con una dolencia gástrica motivada por el vicio de chupar los pinceles de la acuarela, de la que se morirá el 21 de noviembre de ese mismo año.

Regresemos a la exposición para hacer notar que en ella se muestran algunas armas de la época, como espingardas usadas por el ejército marroquí y algunas condecoraciones, de las que hablaremos en siguientes posts.

Esperamos que este post os anime a visitar esta interesante exposición, ineludible para los amantes de la Historia Militar.

NOTAS

1 Horace Vernet (1789-1863), hijo y nieto de célebres pintores en su época, curiosamente nació en el propio Museo del Louvre, donde su familia se había refugiado durante la Revolución Francesa. Se especializó en la pintura de batallas, especialmente de las Guerras Napoleónicas, la Guerra de Crimea y la Guerra de Argelia. A causa de su estilo un tanto plano, Fortuny dijo de él que no era un pintor de batallas, sino un militar que se dedicaba a pintar.

2 Cecilia de Madrazo era hija del pintor Federico de Madrazo (1815-1894) y hermana del también pintor, e íntimo amigo de Fortuny, Raimundo de Madrazo (1841-1920).

PARA SABER MÁS:

http://art.mnac.cat/fitxatecnica.html?inventoryNumber=010695-000&lang=es

http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/personajes/1954.htm

http://www.boe.es/datos/pdfs/BOE/1860/132/A00001-00001.pdf

La Casa Castells (1ª parte)

13 Jueves Dic 2012

Posted by Joan in Condecoraciones españolas

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Arsenal de la Carraca, Bilbao, Castells, Guerra de África, Jaume Boguñà, Orden del Mérito Militar

Dentro del mundo de las condecoraciones militares, uno de los aspectos menos conocidos, o limitados a los expertos en la materia, es el estudio de los medallistas o acuñadores de medallas. En España, salvo excepciones, las medallas eran acuñadas y vendidas por empresas privadas. Cada una de ellas, siguiendo troqueles y diseños oficiales, ofrecía diferentes grados de calidad, e incluso sutiles variaciones en las piezas, convirtiéndolas en verdaderas joyas, pudiendo llegar a multiplicar su valor.

Dentro de los diferentes fabricantes de efectos militares y acuñadores de medallas, siempre hemos tenido una cierta debilidad por la saga de los Castells de Barcelona. No sólo por la calidad de sus acabados, sino por el “toque Castells” que les daban a muchas de sus piezas. Iniciamos una serie de dos post, dedicada a sus dos primeros dueños: el primero, dedicado a Bernardo, el fundador; el segundo, a su hijo, Genaro.

Pero la investigación sigue abierta. No descartamos dedicarles más post en el futuro. Al ser una empresa privada, liquidada hace años, en ocasiones, van a apreciado en anticuarios o tiendas de militaría, nuevas piezas o documentación, que pueden dar más luz a esta temática.

Finalmente, queremos agradecer la amable colaboración que hemos obtenido por parte de Jaume Boguñà y Juan Luis Calvó, quienes nos han aportado generosa información para desarrollar este texto.

Bernardo Castells i Brunet fundó su célebre negocio de efectos militares en 1834, en el barrio de Gracia. Más adelante, abriría una sucursal en la calle Escudellers, 17, donde el negocio pasaría a llamarse “Castells e Hijos”. Bernardo Castells fallece el 16 de abril de 1883. Deja un hijo varón, Genaro Castells Reig, y una hija, Teresa Castells Reig. Quienes continuarán el negocio familiar con el nombre de “Hijos de Bernardo Castells”.

Bernardo Castells i Brunet fue una persona de relevancia pública, como lo demuestra que fuera “agraciado por S.M. el rey, en virtud de sus servicios especiales prestados en diferentes épocas al ramo de Guerra, con la cruz blanca de segunda clase del Mérito Militar”[i]. Así mismo, era vocal de la asociación benéfica “Amigos de los Pobres”, presidida por don Francisco de P. Rius y Taulet[ii].

Entre las medallas que fabricó, destacamos:

Medalla por la Defensa del Arsenal de la Carraca(1873). Uno de los episodios más destacados en las Guerras Cantonales, fue la Defensa del Arsenal de la Carraca (San Fernando, Cádiz). Con motivo de su exitosa defensa, el gobierno decidió otorgar na defensa a cada uno de sus 188 defensores, para lo cual convocó un concurso público. Con su diseño, Bernardo Castells y, por consiguiente, quien obtuvo la exclusividad para acuñarla. Se trata de una medalla elíptica, de bronce, tocada por una corona de cinco torres. En el mercado, se pueden encontrar algunas piezas cuyas coronas constan de cuatro torres, pero se trata de un remiendo posterior, con medallas sobrantes. Las coronas de las ciento ochenta y ocho medallas originales ostentaban cinco torres.

Orden del Mérito Militar de 1ª Clase con Distintivo Rojo. Modelo de la Restauración Bornónica (Alfonso XII-Alfonso XIII). Si bien las órdenes no suelen ir firmadas, sí que determinados elementos en su fabricación permiten saber quien las acuñó. Por ejemplo, en el caso de las versiones pensionadas de esta condecoración, los Castells incluían una barra blanca en el brazo superior, a las tres barras reglamentarias (laterales e inferior), lo que permite identificarlas. Asímismo, también es característica la corona de esta pieza, que es más redondeada y con más relieve que las piezas de otros fabricantes.

Medalla de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con Distintivo Rojo. Fuente: JHG

Medalla de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con Distintivo Rojo. Fuente: Colección JHG

Medalla por la Defensa de Bilbao (1874). Bernardo Castells era un conocido simpatizante de la causa carlista. En una de las insurrecciones carlistas de Barcelona, al parecer, llegó a salir con un trabuco. Por ello, cuando el gobierno de la Primera República decretó la creación de una medalla por la defensa de Bilbao, en la que se constaba el escudo de Bilbao, en el que figuran dos lobos; Castells, en una versión subversiva, los sustituyó por dos pollinos, para que los militares liberales que la lucieran, llevaran sobre su pecho una pareja de burros. Se da la circunstancia, que en el libro estadounidense de principios del siglo XX, se ha dado su modelo subversivo e irregular como la versión oficial[iii].

Medalla por la Defensa de Bilbao (1874)

Medalla por la Defensa de Bilbao (1874). Fuente: Colección JHG

Así mismo, tenemos conocimiento que visitó Marruecos, durante la campaña de 1860. Según nos indica el Sr. Boguñà, la mayoría de piezas de esta campaña que hay en el mercado fueron manufacturadas por la Casa Castells, aunque no estén firmadas, debido a su característica corona.

Salvoconducto con el que B. Castells pudo ir a Marruecos durante la guerra de 1860. Fuente: J.L. Calvó

Salvoconducto con el que B. Castells pudo ir a Marruecos durante la guerra de 1860. Fuente: J.L. Calvó

No sólo fue un prestigioso acuñador y fabricante de artículos militares, sino que a él se le debe como curiosidad el diseño incluso de la bandera de la Guardia Civil. Al parecer, al verlos desfilar el día de la boda de Alfonso XII y Mercedes de Orleans tuvo la idea[iv].

La bandera tiene su origen en la boda de Alfonso XII con María de las Mercedes. Aquel fausto día, el 23 de enero de 1878, desfiló sin enseña la Compañía de Guardias Jóvenes, cosa que no ocurrió con la Compañía de Carabineros Jóvenes, cuerpos actualmente fusionados. Al verlo, Bernardo Castells se ofreció al teniente general marqués de la Colonia, director general del cuerpo, una bandera que fue entregada, finalmente, el 9 de noviembre de aquel año[v].

En el próximo post, hablaremos de Genaro Castells y más de sus fantásticas condecoraciones.


[i] La Vanguardia, abril de 1881.

[ii] Francisco de Paula Rius i Taulet (Barcelona, 1833 – Olèrdola, 1889). Prohombre de Barcelona, ciudad de la que fue alcalde en cuatro mandatos e impulsor de la Exposición Universal de 1888. El vicepresidente de la Asociación era don Juan José Cabot; el otro vocal era don Pedro Bruny.

[iii] Gillingham, H. E. (1926). Spanish orders of chivalry and decorations of honour. New York: The American numismatic society.

[iv] http://www.polillasdesevilla.com/index.php/historia-del-corralillo?showall=&start=3

[v] ABC, 4 de marzo de 1967

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